jueves, 10 de marzo de 2011

Con nuestro pensamiento hacemos el Mundo



(Fotografía: Canal de Castilla 2010,Sara Caballero.)
El Arte siempre me ha interesado desde que tengo memoria, pero nunca me lo planteé como sustento de vida hasta hace cuatro años, a raíz de una conversación con una antigua profesora. En un principio me llamó la atención realizar esta carrera porque sabía que no era algo de lo que me iría a arrepentir, es decir, era innato en mí, ese sentimiento artístico, pero nunca di clases de dibujo o pintura porque siempre lo había visto como un hobby sin ninguna funcionalidad, o quizás en esa ignorancia de pensamiento había vivido hasta hace no mucho.
A día de hoy creo que el arte, en todas sus ramas, es el mejor soporte para transmitir cualquier tipo de emoción o filosofía, porque tiene la capacidad de movilizar masas, de crear un pensamiento conjunto y muchas veces, con el tópico de esa “locura de artista” se pueden originar verdaderas revoluciones. Considero que nací en una de las últimas generaciones “sanas”, mentalmente hablando, donde se aúnan la sabiduría de esas voces del pasado, de esos abuelos que te mecían al son de una historieta sobre la guerra, de recuerdos que perecían en sus mentes y que te hacían partícipes de ellos; digamos que te adoctrinaban en la pura, casta y, en ocasiones, cruda realidad, y a la vez veías los adelantos de la ciencia, la tecnología como no paraba de darnos comodidades, objetos inservibles que te inyectaban en sangre a través de los medios de comunicación. Pero en nosotros está el hacer la elección correcta, aunque en realidad no lo veo necesario, incluso podría decir que es un error. Tenemos avances al alcance de nuestras manos, tenemos reseteado ese pasado que los niños de hoy en día no ignoran, pero sí eluden. Ahora se vive en el eterno presente, en los artificios a golpe de bisturí y dinero, porque es lo que importa, el hoy pero no el mañana, no el qué dejaremos o qué haremos para mejorar este mundo que se va descomponiendo por momentos, ese que ya no se rige por bases éticas sino por las monetarias.
Por todo esto creo que nos toca inducir hacia una actitud más altruista a las generaciones venideras, a la nuestra y a las pasadas. Es una conducta que está cayendo en el olvido y donde verdaderamente encuentro la solución a todos los problemas que existen, ahora que el Hombre sólo tiene el derecho a “ver, oír y callar”.
Concibo el Arte como vehículo hacia el cambio, el progreso, el renacer de los valores humanos, la pureza de antaño ahora distorsionada por los medios. El Arte impulsa, crea, emociona, horroriza, enarbola banderas, brinda oportunidades, indaga en el subconsciente, redime las almas, es portador de vida, da rienda suelta a pensar lo inaceptable, a criticar lo inadmisible, a mover hasta los pilares del mismísimo Partenón.
Al artista se le tacha de loco, pero exactamente, ¿a quién se define como tal?, ¿acaso no son aquellos que oyen sus propias voces interiores, esas que les hacen arrojarse al Mundo sin miramientos y que únicamente actúan según lo que oyen?. En primera instancia no utilizan el filtro del raciocinio, y usan su incongruencia, su espontaneidad, esa que les caracteriza, como medio habitual de expresión, como filosofía de vida. Y precisamente por esto encontramos en su locura su cordura, su lucidez mental, porque dejan libre la mente, dejan que fluya y que cree paraísos que si nadie hubiese soñado jamás habrían existido. El artista construye utopías que después son las bases de las sociedades racionales. El artista es el intermediario entre la fantasía y la realidad. Por esta serie de ideas, pequeñas pinceladas de mi pensamiento quijotesco, estoy en la obligación de creas un punto y aparte en el mundo en el que me ha tocado vivir. Esta es la causa por la que estudio Bellas Artes.